martes, 26 de julio de 2016

LOS ILUSIONISTAS (2013)


Dicen que no se puede juzgar a un libro por su portada y, en términos cinematográficos, agregaría que tampoco a una película por sus avances. En el artículo dedicado a las películas que no podíamos dejar pasar en último semestre del año 2013, consideré a Los Ilusionistas como una de las probables sorpresas de la temporada y es que, su trailer hace suponer que tiene por lo menos, dos elementos para serlo: En la silla Louis Leterrier un director con experiencia en el cine de entretenimiento -quien por cierto, le regresó a Hulk en El hombre increíble (2008), buena parte de la dignidad perdida en la película de Ang Lee (2003) - y en el reparto, un elenco formado por estrellas nuevas y otras consagradas como  Michael Caine y Morgan Freeman, pese a que este último cuenta con una carrera  que en los últimos años ha sido dispareja.


Pues bien, no basta ni la grandilocuencia, ni la aparatosa puesta en escena que hace a Los ilusionistas una propuesta visualmente muy atractiva, para ocultar un guión inverosímil y absurdo. Y si los actores no salvan la situación, es porque no hay mucho que explotar de sus papeles. Es así que, tenemos a cuatro magos expertos en hipnosis, mentalismo, escapismo y prestidigitación, que unidos por una figura misteriosa, forman un equipo dedicado a robar en sus actuaciones a ladrones de los llamados de “cuello blanco”.

“No vas a creer lo que ves” anuncia la publicidad acertando en gran medida, porque si uno pone especial atención al relato observará que la mayor parte del metraje es una mera ilusión orquestada por un Leterrier, que con recursos efectistas (sonido estruendoso, la cámara siempre en movimiento, juegos de luces, etc.) pretende emocionar al espectador realzando escenas  que en el fondo tienen poco contenido.

Es inevitable no compararla con cintas como La gran estafa (2001) de Steven Soderbergh y todas las que integran el subgénero de películas de ladrones de bancos, porque también recurre al clásico flashback que revela el modus operandi de la banda; cabe decir que los perfiles de los integrantes tampoco están muy definidos; acapara la mayor atención Jesse Eisenberg y se lleva la peor parte un gris Dave Franco, hermano de James Franco, que de hecho es lo mismo pero más barato.

Por momentos, Los ilusionistas remite a las cintas de antaño, aquellas por las que el público pagaba un boleto para ver un filme y a cambio también disfrutaba de un espectáculo teatral, musical o deportivo insertado en la trama. Aquí se muestran varios actos de presunta magia, que a sabiendas de que están realizados con tecnología CGI solo sorprenden a los extras de la película.


Pese a ser un artificioso-engañoso espectáculo Los ilusionistas ha recaudado la nada despreciable cantidad de más de 200 millones de dólares. Y es que, la premisa puede ser muy atractiva para el espectador que solo quiere divertirse – para temas profundo favor de buscar otras opciones- pero al final la combinación fantasía y crimen queda suspendida como por arte de magia en el limbo. Las acostumbradas vueltas de tuerca hacen su aparición y un desencantado final confirma que efectivamente “Nada es lo que parece”.


Artículo publicado originalmente en Transmissionsmag 2013.

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